En teoría, el merengue es una preparación a base de azúcar y claras de huevo que los pasteleros suelen utilizar para decorar los postres más dulces. Sin embargo, en la práctica es mucho más que una combinación de ingredientes.
Para quienes nunca han experimentado realizar en su cocina este topping, el procedimiento puede intimidarlos al principio y puede transformar la receta en una pesadilla. Por esta razón, existen algunos trucos que sirven para triunfar en cada intento y perderle el miedo para siempre. Eso sí, para que el merengue sea todo un éxito, la escogencia de los huevos, es clave.
Huevo y merengue: elige bien los huevos para tu merengue
Aunque va en contra del sentido común, los pasteleros recomiendan no utilizar huevos frescos para preparar este topping dulce. Mientras más viejos sean, mejor, ya que permitirán que la preparación quede alta y esponjosa (esto no quiere decir que tienen que estar podridos o no aptos para el consumo).
Un truco que puede sonar un poco obvio, pero que es sumamente necesario, consiste en separar con cuidado las yemas de las claras. Si se filtra aunque sea un poco, el resultado puede no salir tan bien como se espera.
Por otro lado, asegúrate de que las claras se encuentren a temperatura ambiente, ya que de esta forma los huevos pueden prepararse mejor. También es importante dejarlos reposar por aproximadamente media hora antes de comenzar a batirlos.
Todos los elementos que se utilicen tienen que estar muy limpios y secos. Los expertos recomiendan evitar los recipientes de plástico, ya que pueden contener restos de grasas de ingredientes que fueron utilizados con anterioridad en la receta.
A la lista de trucos infalibles, se suma un ingrediente secreto: el crémor tártaro. Este elemento, también conocido como bitartrato de potasio, ayuda a estabilizar el merengue para que retenga más aire y aumente su volumen.